Por Selma Muñoz Riaño

“En cada niño se debería poner un cartel que dijera: ‘Tratar con cuidado, contiene sueños’.”
Mirko Badiale
Al final de la Segunda Guerra Mundial, la conflagración había dejado grandes heridas en las naciones de Europa. La población de Austria, en particular, se vio confrontada con una realidad devastadora: Muchas ciudades estaban en ruinas, la producción agrícola se encontraba casi totalmente parada y la gente sufría hambre cada día. Por si eso fuera poco, muchas mujeres habían perdido a sus esposos, a sus padres y a sus hijos, y muchos niños se quedaron huérfanos y sin nadie que viera por ellos. Algunos de ellos intentaron sobrevivir por sí mismos, pero la mayoría terminó en algún orfelinato, donde también faltaban los recursos más indispensables. Esto llevó a Hermann Gmeiner -pedagogo austriaco- a iniciar un proyecto que, hasta la actualidad, cambiaría la vida de millones de niños y jóvenes.
En 1949 se inauguró la primera Aldea SOS, en Tirol, Austria. Helene Diddl fue la primera “mamá SOS”, quien además tuvo la idea de realizar una campaña de venta de tarjetas navideñas para seguir recabando fondos. En esa primera casa encontraron un hogar 5 niños. Más adelante el número creció a 45 y hubo que edificar nuevos espacios.
Para Hermann Gmeiner, la educación de las nuevas “madres SOS” era muy importante, pues no sólo tendrían que ocuparse de alimentar el cuerpo de los niños, sino también su alma. Era por tanto necesario tener una formación pedagógica, por lo menos básica, para tratar con paciencia a los pequeños.
Conforme pasó el tiempo, los primeros niños SOS se convirtieron en adultos fuertes, bien adaptados a la sociedad, sin miedos para enfrentar el futuro, y con las herramientas necesarias para hacerlo. Así, el éxito de las Aldeas Infantiles SOS quedó confirmado y éstas comenzarían a expandirse por toda Europa.
En 1960 se establecería la primera aldea de Latinoamérica en Uruguay.
Más adelante, en 1963, gracias a la campaña “Un grano de arroz” pudo fundarse la primera Aldea en Corea del Sur y otra más en la India. En los años 70 se construirían también aldeas en África: Costa de Marfil, Sierra Leone, Ghana y Kenia.
Aldeas Infantiles SOS en la actualidad
Así como surgen guerras por todas partes, también el deseo de ayudar existe en todo el mundo. Gracias al apoyo de infinidad de personas, hoy por hoy, Aldeas Infantiles SOS se ha convertido en una federación de asociaciones en 136 países y terriotrios.
Su misión sigue siendo ayudar a la niñez y a la juventud en situación vulnerable, es decir, a huérfanos, niños de familias altamente disfuncionales o de madres solteras a quienes no les es posible mantener a sus hijos. A todos ellos se les ofrece un cuidado directo durante el tiempo en que lo necesiten, simpre teniendo en cuenta su empoderamiento y su fortalecimiento espiritual, emocional y físico. De esta manera se trabaja también por un futuro alentador de nuevas generaciones en sus distintas naciones.
Tiempos de pandemia
El SARS-COV-2 nos ha afectado a todos y también a esos niños ya de por sí vulnerables. La inseguridad que los acompaña se ve a veces acrecentada si la “mamá SOS” enferma de coronavirus. Además, el distanciamiento social, el cierre de las escuelas y los jardines de niños, implican una carga mayor para quienes cuidan a los niños. Por eso, hoy más que nunca, las Aldeas Infantiles SOS necesitan de las aportaciones monetarias de cada uno de nosotros.
En México existen estas aldeas en Ciudad de México, en la Delegación Gustavo A. Madero; en Tijuana, Baja California; Comitán y Tuxtla Gutiérrez en Chiapas; así como en Morelia, Michoacán.
Aún hay mucho por hacer. Como lo indica la página oficial de las Aldeas Infantiles SOS en México:
- 6.1 millones de niños entre 3 y 17 años no asisten a la escuela.
- 20 millones de niños viven en la pobreza.
- 1.5 millones de niños menores de 5 años presenta desnutrición crónica.
- 2.5 millones de niños de 5 a 17 años trabajan.
Si hoy quieres hacer una aportación para esta gran causa, te invito a seguir el siguiente enlace.
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